Cuando las ganas equilibran al talento

Estamos en pleno mundial, muy emocionante para los que nos gusta el fútbol, aunque en esta ocasión ha sido un poco extraño, primero por la época, ya casi entramos en diciembre y se está jugando, y lo otro es que al no estar Colombia también se pierde un poco el entusiasmo por verlo, ya que habían participado en las dos últimas versiones. Pero igual se ha visto uno que otro buen partido. En la primera ronda, en la de grupos, hay unos equipos que ponen a pensar cómo Colombia no clasificó, pero también ha pasado, que unos de estos mal llamados «equipos chicos» han dado la sorpresa y le han ganado a los que en teoría son favoritos. Y cómo lo hicieron? Un punto en común, no solo ahora en este mundial, si no que casi a nivel general en este deporte, se está imponiendo la intensidad física como algo clave para que se tenga un equipo ganador, salir a presionar desde el primer minuto del partido y correr los otros 89 hasta que se acabe, ya casi no se ve esos casos donde un equipo salía a esperar al otro porque no tenía mucho que proponer. Ahora, así no se tenga un equipo competitivo desde el punto de vista técnico, se trata de compensar esto desde lo físico. Para esto no se requiere mucho talento, lo que se necesita es una preparación y dedicación extraordinaria. Lo que apuestan es a no dejar jugar al otro equipo, al más talentoso, y aprovechar las pocas oportunidades que se les presente,  así vi un par de partidos, el de Arabia Saudita contra Argentina y Japón contra Alemania, donde a base de correr y presionar no dejaron mostrar su mejor versión a Argentina y Alemania y cuando tuvieron chance de meter gol lo hicieron, así ganaron. Lo que pasa es que esta táctica no es sostenible cuando se juega tan seguido como en estos torneos, al siguiente encuentro pagaron su esfuerzo y los dos lo perdieron, ahora están penando para pasar.

Pero lo interesante para ver acá, es que se logró superar el talento a punta de esfuerzo y dedicación. Y esto se ve en todas las situaciones, me acuerdo en el colegio o en la universidad en donde tenía compañeros que con solo ir a clase y poner atención captaban la mayor parte con una naturalidad casi envidiable y por consiguiente obtenían muy buenas notas. También habían otros que parecía que les costaba un poco más entender todo la primera vez, pero con dedicación, muchas horas de estudio y práctica, lograban hacerlo y al final también obtenían buenos resultados. Igual en el trabajo, he tenido compañeros que tienen un carisma magnético y que como se dice coloquialmente, se mueven como pez en el agua dentro de una organización, mostrando su trabajo, vendiendo su marca personal y logran tener un crecimiento destacado en la empresa. En el otro lado, están los que les falta un poco ese carisma y que no tienen las habilidades tan desarrolladas para venderse, a ellos les cuesta un poco más, pero también con persistencia, involucrándose en varios proyectos, proponiendo diferentes cosas, al final también obtienen esa visibilidad que les abre oportunidades para poder crecer.

No todos nacimos con talento, o por lo menos con talento para ser buenos en todo, pero si queremos tener resultados en esos aspectos donde carecemos de ciertas habilidades, la única forma de hacerlo es con un gran esfuerzo, dedicación, persistencia y sobre todo paciencia, porque las metas no se van a obtener de inmediato, pero llegarán si se hacen las cosas bien, no hay que esforzarse mucho para saber que va a ser así.

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